Sección 2.1: Conectividad estructural y conectividad funcional

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La función principal de los corredores biológicos es proporcionar conectividad ecológica entre los áreas de bosques y áreas protegidas  a lo largo del paisaje, permitiendo el flujo de organismos y la dispersión de semillas, lo que contribuye a mantener la diversidad genética y a evitar el aislamiento de las poblaciones.  La conectividad puede ser de dos tipos: estructural o funcional.

La conectividad estructural se refiere a la disposición física de los corredores y su capacidad de ofrecer un hábitat adecuado para los organismos.  Esta considera las características físicas y la disposición de los parches de hábitat, las perturbaciones y otros elementos terrestres, de agua dulce o marinos que se presume son importantes para que los organismos se muevan a través de su entorno (Hilty et al., 2019).  Así, para que un corredor ecológico sea efectivo, debe tener un tamaño y una forma adecuada, además de una buena calidad de hábitat. Como parte de la conectividad estructural es importante considerar la presencia de barreras físicas, como carreteras o áreas urbanizadas, que pueden dificultar el movimiento de los organismos.

La conectividad funcional se refiere a qué tan efectivamente se da el intercambio de individuos y genes entre las poblaciones a lo largo del paisaje. Esto implica la existencia de una matriz de hábitats adecuada y de calidad a lo largo del corredor, que permita a los organismos desplazarse sin dificultad, tanto en el momento presente como en el futuro.  La evaluación de la conectividad funcional impone algunos retos, principalmente por la dificultad de monitorear suficientes individuos en un periodo determinado.   Por esta razón, con frecuencia se utilizan métodos indirectos como los genéticos, indicadores o especies sombrilla para identificar áreas de conectividad para un conjunto de especies.

Así, la conectividad estructural se refiere a una disposición en el paisaje que conecta físicamente dos áreas, mientras que la conectividad funcional se da a través de un espacio que permite el movimiento de individuos y genes, aunque no conecte las áreas físicamente (FIgura 2).

FIgura 2. Conectividad estructural y conectividad funcional

Conectividad estructural y conectividad funcional
Fuente: (Bentrup, 2008)

La conectividad estructural y funcional de los corredores biológicos es esencial para mantener la viabilidad de las poblaciones y la conservación de la biodiversidad en el largo plazo. Estos corredores no solo benefician a las especies que habitan en ellos, sino que también tienen un impacto positivo en los ecosistemas circundantes, a través de los servicios ecosistémicos que brindan, entre ellos la dispersión de semillas, la polinización y el control de plagas en áreas con actividad agrícola tanto comercial como de subsistencia.  Por ello, la gestión adecuada de los corredores biológicos requiere de un enfoque ecosistémico que garantice la conservación de las especies y la sustentabilidad de los ecosistemas.

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